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Cuando se habla de salud oral infantil, la atención suele centrarse casi exclusivamente en los dientes. Sin embargo, las encías requieren de un cuidado constante desde la infancia.

Por ello, resulta imprescindible que los padres comprendan que la higiene bucodental infantil no debe limitarse a los dientes, sino que debe incorporar la atención y el cuidado de las encías como parte esencial de la rutina diaria. Este enfoque integral ayudará a consolidar hábitos de prevención que acompañarán al niño en su vida adulta.

Cómo identificar y prevenir problemas en las encías de los niños

Saber reconocer unas encías sanas en la infancia es clave para detectar cualquier alteración de forma temprana. El tejido gingival debe presentar un color rosado uniforme, sin inflamación, sangrado ni molestias al cepillado o la masticación. Cuando aparecen señales como enrojecimiento, mal aliento, sangrado recurrente o sensibilidad, es probable que exista un cuadro inflamatorio que requiera atención odontopediátrica.

Entre las causas más comunes de encías inflamadas en niños se encuentran la erupción dental, una higiene inadecuada o traumatismos. También influyen hábitos como la respiración bucal, que reseca el tejido y lo hace más susceptible a la irritación.

La prevención pasa por establecer rutinas de higiene desde la erupción del primer diente. No se trata únicamente de limpiar la superficie dental, sino de incluir un cepillado suave de la línea de las encías con movimientos circulares. Esta práctica elimina restos de alimentos y placa bacteriana, y actúa como medida preventiva frente a la gingivitis infantil.

Alimentación y visitas odontopediátricas: pilares de la salud gingival

Los niños debe tomar alimentos duros para favorecer el desarrollo adecuado de los maxilares. Es un error hacerles bocadillos con pan blando o darles todo cortado en trocitos. Deben tomar frutos secos, comer las frutas eternas mordiendo, etc…y, por supuesto, evitar siempre el consumo de azúcar.

Por otra parte, las visitas periódicas al odontopediatra resultan fundamentales. Se recomienda la primera revisión ates de los tres años de edad. Estas consultas permiten evaluar el estado de las encías, corregir posibles hábitos perjudiciales y crear un vínculo de confianza entre el niño y el profesional, lo que facilitará futuras revisiones.

El papel de los padres en la creación de hábitos saludables

La motivación y el acompañamiento de los padres son determinantes para que los niños integren el cuidado de sus encías en su día a día. Estrategias sencillas como elegir cepillos con colores llamativos, utilizar canciones durante el cepillado o establecer rutinas divertidas ayudan a mantener la motivación y la constancia. Sin embargo, es fundamental que los adultos supervisen el cepillado hasta que el niño sea capaz de realizarlo de manera autónoma y eficaz.

El cepillado manual a veces les resulta difícil, por lo que es muy recomendable que utilicen cepillo eléctrico a partir de los 5 años. Estos cepillos muchas veces incorporan un control del tiempo y si o, se puede utilizar relojes de arena o cronómetros.

Los niños aprenden principalmente por imitación. Cuando los padres muestran interés por su propia salud bucal y mantienen rutinas de higiene coherentes, los más pequeños tienden a reproducir esas conductas de manera natural. Esto convierte la higiene oral en una actividad compartida y en un hábito familiar positivo.

Además, acudir juntos a las revisiones odontológicas permite normalizar la experiencia, eliminando miedos o percepciones negativas. De este modo, los padres no solo transmiten la importancia del cuidado de las encías, sino que también fomentan un entorno de confianza y prevención, donde la salud bucodental se entiende como parte esencial del bienestar general.

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